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Escaleras mecánicas

Ayer salía yo del metro y como siempre al llegar a la escalera mecánica se formaron dos colas diferentes. La de la derecha para gente que no tiene prisa o se toma todo con más calma y la de la izquierda para los que prefieren subir las escaleras andando para llegar antes a donde quiera que vayan. Una persona se quedó en el lado izquierdo pero sin subir con lo que se produjo el inevitable atasco.

Esto me ha hecho pensar...

No es la primera vez que veo algo así de hecho todos lo habréis visto casi a diario pero hoy parece que me he levantado con ganas de divagar.

La manera en la que subimos las escaleras mecánicas divide al mundo en dos grupos de personas. En el primero está la gente más tranquila, la que no tiene prisa o la que está cansada. Esa gente no quiere líos, se pone en el lado derecho de la escalera y tan solo quiere llegar a su objetivo pero sin que nadie les moleste, sin agobios.

Por otro lado están los que suben andando. Yo suelo ser de estos y la verdad es que no se muy bien porqué. Para este grupo lo más importante es llegar arriba lo antes posible. Para que tanta prisa si como diría Jerry Seindflield
Esto es Nueva York, aquí nadie va a ningún sitio.
(Aplicable a cualquier gran ciudad)


El caso es que de vez en cuando alguien se queda parado sin subir en el lado izquierdo y casi nunca nadie se atreve a decir nada, simplemente la fila se para esperando a que esa persona se quite o llegue hasta arriba. Es curioso el poder que tiene una sola persona y no me refiero solo a las escaleras mecánicas. Un individuo puede influir en una gran cantidad de gente sin ser consciente de ello.

Será todo esto verdad o tan solo pensamientos de un eremita...

(llego aquí desde zen-utrio)
(y desde mi falta de ganas de currar)
en las escaleras mecánicas yo suelo subir andando.
si alguien se para en la fila de subir, valoro cuánto queda: y a menudo le digo (en euskera, para hacermenotar más y darle un toque rústico-aldeano) Parkatu (perdón); y suelen apartarse farfullando una disculpa; si no se apartan, depende de las ganas de cachondeo que tenga, depende de lo teatrero que me haya levantado: ay ay qué prisa tengo, déjeme pasar (y al llegar arriba te paras suavemente); todo esto por un hombre de 44 años con el pelo blanco, que no es lo mismo que un desarrapao de 20 que era yo con los veinte años.
sí, uno solo puede cambiar muchas cosas; y a veces ni siquiera a sí mismo.

Vaya me ha sorprendido mucho ver tu comentario en esta entrada, ya que la escribí hace casi un año pero me alegra mucho ver que alguien sigue leyendo estas cosas.

Siempre he pensado que el mayor defecto de los blogs era precisamente ese, la caducidad de las entradas.

Tienes muchísima razón en la última frase, a veces lo más dificil de todo es cambiarse uno mismo.

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VIEJOS TIEMPOS


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